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Nueva York, 27 May (Notimex).- Los ataques y las amenazas contra los periodistas en Estados Unidos se han multiplicado durante el gobierno de Donald Trump, a quien varios de sus críticos señalan de instigar este ambiente al tildar a los medios de comunicación de “enemigos del pueblo”.
Los ataques físicos, los arrestos, las restricciones y la hostilidad general contra los medios de comunicación representan sólo una cara de la nueva realidad que enfrentan los periodistas en Estados Unidos, según analistas.
Resultan preocupantes para varios comunicadores las reacciones de sectores conservadores de la opinión pública a las agresiones, minimizándolas y en otras casos calificándolas como una retribución merecida por reporteros irrespetuosos.
Esta semana, un periodista de la versión estadunidense del diario británico The Guardian fue supuestamente lanzado al suelo y golpeado por el candidato al Congreso por el estado de Montana, Greg Gianforte, quien enfrenta cargos por ese incidente.
Pese a que la agresión ocurrió justo en la víspera de la votación, Gianforte triunfó en las elecciones, lo que sugiere el escaso valor que los votantes de ese estado conceden a la seguridad de los periodistas.
Esa agresión se produjo a menos de una semana de que las fuerzas de seguridad de la Comisión Federal de Comunicaciones supuestamente colocaran a un periodista contra un muro, mientras intentaba hacer una pregunta a los comisionados.
En un evento separado, un periodista de Virginia Occidental fue arrestado este mes mientras trataba de hacer una pregunta al secretario de Salud y Servicios Humanos, Tom Price, en la capital del estado de Virginia Occidental.
Asimismo, la víspera, el gobernador de Texas, Greg Abbott, “bromeó” con disparar a reporteros mientras visitaba un rancho de tiro. De acuerdo con el diario Texas Tribune, Abbott dijo señalando su arma: “voy a llevar esto por si veo a reporteros”.
La semana pasada, además, el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, “bromeó” con Trump sobre usar un sable contra la prensa, y el senador estadunidense Jim Risch dijo al canal de televisión CNN que las investigaciones criminales deben dirigirse a medios que publican filtraciones.
Las agresiones parecen un paso lógico entre las figuras públicas que han apoyado a Trump, quien de manera reiterada ha calificado a los medios como generadores de “noticias falsas” y a los periodistas como “el grupo de personas más deshonestas” que ha conocido, entre otros epítetos.
La animosidad de Trump respecto de los medios podría ser más que retórica, tal como revela su supuesta intención de sentenciar a prisión a los comunicadores que publiquen información confidencial.
Esta noción, de que los periodistas pueden ser juzgados como “espías” es contraria a la tradición periodística estadunidense, que ha florecido con la publicación de documentos clasificados, difundidos justamente por su valor público.
Los mejores ejemplos de información clasificada publicada a nombre de un bien común fue el escándalo de Watergate que terminó con la presidencia de Richard Nixon, así como los llamados “documentos del Pentágono” que provocaron el fin de la invasión en Vietnam.
El pasado 16 de mayo, el diario The New York Times informó que el presidente Donald Trump supuestamente pidió al ex director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, que considerara poner a los periodistas en prisión por publicar información clasificada.
Si la solicitud, que supuestamente se detalla en un memorando del encuentro escrito por Comey, es cierta, representa un grave riesgo para los medios de información, de acuerdo con análisis del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
La idea de que los periodistas puedan ser encarcelados en Estados Unidos por hacer su trabajo no es nueva. Bajo el gobierno de George W. Bush, la periodista Judith Miller pasó 85 días en la cárcel por cargos de desacato al negarse a testificar sobre la identidad de una fuente.
Asimismo, el gobierno de Obama procesó a más funcionarios por filtrar información clasificada que cualquier otro presidente de Estados Unidos y usó la amenaza de prisión en su infructuosa batalla de siete años para obligar al periodista del New York Times, James Risen, a declarar sobre sus fuentes.
Sin embargo, una “decisión para atacarlos directamente y encarcelarlos sería un cambio marcado para el gobierno”, de acuerdo con Alexandra Ellerbeck, analista del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
El Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa, una organización dedicada a proporcionar asistencia jurídica a los periodistas, expresó este mes en un comunicado que las declaraciones de Trump a Comey “cruzan una línea peligrosa”.
Afirmó además que “los periodistas están protegidos por jueces y jurados, por un Congreso que depende de ellos para mantenerse informados, y por un Departamento de Justicia que durante décadas ha honrado el papel de una prensa libre al rechazar los enjuiciamientos de periodistas”.
Expertos consultado por el CPJ advirtieron sin embargo que tal tendencia podría cambiar bajo nuevas directrices del Departamento de Justicia, y que una señal será si esta dependencia emprende y tiene éxito en un proceso judicial contra el sitio que divulga información confidencial, WikiLeaks.
Los dos abogados expertos coincidieron que “una victoria para la libertad de prensa está lejos de ser una certeza” en Estados Unidos.
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