Ciudad de México 04 de Diciembre de 2018 (El debate).- Alberto trabajó 4 años como mesero de un bar, hasta que la Procuraduría lo señaló como el dueño del lugar y lo acusó de trata; entonces pasó 4 años en prisión por un delito que no cometió.
El joven fue detenido en octubre del 2014 en un operativo antitrata en el antro Champagne, en Avenida Tláhuac y De Las Torres, junto con bailarinas, garroteros y otros empleados.
«Ni siquiera investigan, me vieron que estaba alto, por mi color de piel o no sé, y por eso asumieron que era el dueño; me acusaron de cosas que nunca hice. Yo en ese entonces tenía 28 años y sólo era mesero», recuerda Alberto.
Dos días después, Alberto ya se encontraba preso en el Reclusorio Oriente en donde enfrentó su proceso judicial.
Aún con falta de pruebas, y aunque las bailarinas se desistieron, Alberto fue sentenciado a 22 años de prisión. Tampoco se pudo acreditar los fines de explotación sexual o económicos ni que las mujeres eran forzadas a bailar en el establecimiento.
Desde entonces Gloria, su madre, junto con otros amigos realizaron marchas y promovieron escritos en distintas dependencias para denunciar las irregularidades en el proceso.
La mujer se unió a familiares de personas detenidas durante operativos mal ejecutados o donde agredieron a mujeres como en el bar el Edén o el Calígula.
Fue hasta 3 años, 11 meses después, que el Octavo Tribunal Colegiado en Materia Penal concedió un amparo promovido por la defensa de Alberto.
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