Ciudad de México, 19 de octubre 2017 (Notimex).- Conocida por su compromiso social y su participación en programas de apoyo a la educación musical en varias partes del mundo, la internacional violinista estadounidense Midori Goto traerá la magia de su violín a México, para presentarse el próximo 26 de octubre en el Palacio de Bellas Artes.
Antes, el día 25, día en que además es su cumpleaños, tendrá una presentación en el Centro Cultural Teopanzolco, de Morelos, a beneficio de los afectados por el sismo del 19 de septiembre pasado. Incluso se prevé que visite un campamento de damnificados en Jojutla, para regalarles un poco de su arte a los que lo han perdido todo.
En entrevista con Notimex, la artista habló de lo emocionada que está de poder estar en este país en un momento en el que puede ofrecer un poco de alivio a la gente afectada por el terremoto.
Recordó que es su segunda visita a México, la primera la hizo en enero pasado, cuando estuvo en Baja California, pero será la primera vez que pise la capital mexicana, para presentarse en el que es considerado el máximo recinto cultural del país.
Sobre el programa que interpretará, explicó que siempre trata de ofrecer un balance en cuanto a las perspectivas auditivas, estilísticas e históricas; “trato de contrastar y al mismo tiempo que tengan algo que les de unidad”.
En este caso, adelantó, hay algo romántico en todas las piezas que interpretará acompañada al piano por Leva Jokubaviciute, se trata de “Sonata para piano en Do mayor”, de Hindemith; “Sonata para violín núm 2”, de Brahams; “Sonata para violín núm 3”, de Schubert, y “Sonata para violín núm 3”, al estilo rumano de Enescu.
“En Hindemith –dijo- aunque hay algo que viene desde la época barroca, también se puede apreciar algo tan pseudo-romántico en su sonoridad perfumada y mágica.
En Brahms, el romanticismo nunca está lejos, pero es extremadamente tierno e íntimo; en Schubert, de nuevo, muy alegre con un baile innegable dentro de la música; mientras que la última pieza está completamente relacionada con la danza popular, que es la pieza de Enescu.
Desde luego, dijo, ninguna pieza es fácil, técnica o artísticamente, pero a ella siempre le ha gustado tocar y sabe cómo salir adelante.
Sobre si después de pisar los más grandes escenarios del mundo aún se pone nerviosa en sus presentaciones, comentó que nunca ha sido el caso, pero sí hay algo especial al escenario, ”una sensación de desafío y emoción que siempre le ha fascinado desde que inició su carrera y que no ha cambiado desde entonces”.
“Creo que no es exactamente ponerse nervioso, lo que nunca hice, por cierto, pero puedo decir que la sensación de salir al escenario es algo tan memorable como único.
Admiradora de Johan Sebastian Bach, a quien se refiere como un compositor que ha legado a la posteridad uno de los más inspiradores momentos, Midori ha hecho de la música también un pretexto para ayudar.
Y lo hace desde hace 25 años con su fundación “Midori & Friends”, aunque también está involucrada en muchos otros proyectos, algunos de largo plazo. “Unos, más formales que otros, pero todos son importantes para mí”, confiesa la artista.
“También tengo proyectos diferentes en otros países, incluso en Japón donde nací. Algunos proyectos implican trabajar con otros músicos, algunas veces más jóvenes pero no siempre, mientras que otros traen música a aquellos que de otro modo no tendrían mucho o ningún acceso a las artes”, añade emocionada.
“Mi trabajo –explica- va desde la colaboración con escuelas de música e instituciones musicales, así como con escuelas regulares, instituciones para discapacitados, hospitales, hogares de ancianos, cárceles, orfanatos, etc.
Por otra parte, dijo, el trabajo de Music Sharing –su organización con sede en Tokio- “me llevará en diciembre de este año a la India como lo hizo a Nepal el año pasado”.
Además, señaló, aliento a mis estudiantes de violín a involucrarse en el compromiso social, de ahí que como grupo estamos contactando frecuentemente en el área de Los Angeles, donde reside, y más allá.
En ese sentido, recordó, en enero pasado estuvo en Baja California, tocando para personas que viven en el vertedero, así como para aquellos que están restringidos, como en las cárceles y otras instituciones, como resultado de sus diversas circunstancias.
“Nuestro viaje fue organizado por un amigo mío, Tito Quiroz, quien estableció la Academia Benning en Ensenada, y también tiene un programa en Morelos, a donde iremos a visitar un campamento de damnificados tras el sismo pasado.
Realmente, expresó, los meses de otoño son un periodo de gira pesado, ya que continuará interpretando y enseñando, pero es algo que le apasiona.
Destacó que a medida que ha estudiado psicología ha aumentado su respeto y fascinación por la individualidad, y seguir expuesta a personas y culturas en el mundo, ha impactado mucho su apreciación respecto a la diversidad.
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