Cuando ganó, el grupo tenía un valor aproximado de 2 mil millones de dólares, y la mitad de ese dinero le corresponde legalmente a señora Evangelina.

Miguel Zaragoza por soberbia y en afán de venganza por la demanda de su exesposa, decidió de manera ilegal repartir Grupo Zeta Gas en cuatro partes: la parte internacional se la dejó a Esther Carrillo, a quien se liga sentimentalmente, y las otras tres partes, con decenas de empresa gaseras en México, las dividió entre tres de sus diez hijos: Gabriel, Mirna y Evangelina, quienes se plegaron a los intereses de su padre, por lo que ahora vale mucho menos.

Esta familia maneja de manera irregular las empresas de Grupo Zeta.

El emporio creado por Miguel Zaragoza se fragmenta en un desenlace por lo que aún sigue en tribunales.

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